1 - #INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN

TORRELLANO  EN  IMÁGENES


Torrellano: historia viva entre Elche y Alicante

Si uno recorre la llanura que se extiende entre Elche y Alicante, tarde o temprano se topará con Torrellano. No es un simple pueblo, tampoco una ciudad. Es una pedanía con alma de cruce de caminos, situada casi a la misma distancia de ambas urbes, como si el destino la hubiera colocado justo en medio para unirlas. Once kilómetros la separan de Elche, y otros tantos de Alicante. O, para quienes aún piensan en las medidas de antaño, dos leguas de aquí y dos leguas de allá.

Torrellano siempre fue un lugar de paso obligado. Y no es casualidad. Los caminos históricos, las viejas sendas romanas y los trayectos comerciales de siglos pasados convergían aquí. De hecho, su núcleo urbano más grande se asienta sobre la antigua Vía Augusta, la misma que unía Cádiz con Barcelona y que los romanos convirtieron en una arteria vital de Hispania. Más tarde, ya en época moderna, aquel trazado se adaptó para convertirse en la carretera nacional 340, por la que durante generaciones han transitado viajeros, comerciantes y soñadores.


El Toro de Osborne
en el Portichet de
Torrellano



Dos partidas, dos realidades

Curiosamente, Torrellano no es un solo lugar. Está dividido en dos partidas: Torrellano Alto y Torrellano Bajo. Una división administrativa que, según cuentan los mayores, nunca tuvo mucha lógica pero que ha marcado la identidad local.

Torrellano Alto es el núcleo más poblado. Sus calles crecieron a ambos lados de la N-340, formando una pequeña urbe que respira a ritmo de carretera. Si uno pasea por allí, todavía puede imaginar los días en que la vía estaba empedrada, cuando los carros tirados por mulas compartían espacio con las primeras diligencias. Fue en el siglo XIX cuando el trazado se modernizó: entre 1860 y 1872 se construyó el tramo conocido como carretera del Alto de las Atalayas a Murcia, dotándolo de firme adoquinado.

Cerca del kilómetro 727, casi donde empieza el pueblo, está la casilla de peones camineros, testimonio de aquella época en que mantener las carreteras era un trabajo artesanal. Desde allí, la llanura se abre hasta el Portixol, y se ve al fondo la Serra Grossa, la Sierra Sancho, con su pintoresca caseta de la llum, y la Sierra Colmenar, custodiando el paisaje hasta la estación del ferrocarril que une Alicante con Elche.

Hoy, Torrellano Alto ocupa más de 1.400 hectáreas y reúne a más de 6.000 habitantes, un núcleo dinámico que combina lo rural con lo urbano.



MOJÓN KILOMÉTRICO
Cra. Cadiz - Barcelona Nª 340
Torrellano


En cambio, Torrellano Bajo guarda un aire más sosegado, casi rural. Es un caserío que nació alrededor de la ermita de Sant Pere (o Sempere, como la llaman los vecinos) y del antiguo camí des Bassars, hoy asfaltado y convertido en carretera que lleva directamente a la Playa de El Altet. En sus 649 hectáreas hay diseminadas antiguas alquerías y casas de campo, muchas de ellas transformadas ahora en residencias de veraneo.

En otros tiempos, estas tierras eran de agricultores. Hoy quedan pocos. La nueva generación cambió el arado por las fábricas de Elche o Alicante. Muchos acabaron vendiendo sus tierras para urbanizaciones. Otros las mantienen como recuerdo, trabajando la huerta solo en ratos libres, casi como un gesto de resistencia cultural. “Somos los desertores del arado”, dice un vecino con media sonrisa, consciente de que el progreso ha borrado viejas costumbres.

No es casual que aquí vivan apenas 354 personas censadas, mientras que la vida se concentra en la parte alta. Pero no siempre fue así.


Finca la Cañada en Torrellano Bajo

Donde empezó todo

El origen de Torrellano, curiosamente, no está en el bullicioso núcleo urbano que hoy conocemos. Comenzó en Torrellano Bajo, junto a la ermita de Sant Pere. Allí, hace siglos, se formaron pequeños grupos de viviendas –los llamados róales– que crecían alrededor de la iglesia y de la finca de la Cañada, donde se necesitaba mano de obra. De esa simbiosis entre la fe, la tierra y la necesidad laboral nació la primera comunidad torrellanera.

Con el tiempo, el tránsito de caminos y el empuje de las vías romanas y reales hicieron que el núcleo se desplazara y creciera hacia el trazado de la carretera principal. Y así, poco a poco, Torrellano se convirtió en un punto estratégico entre dos ciudades, pero con identidad propia.

Casilla de peones camineros en Torrellano Alto

Un lugar con alma de cruce de caminos

Hablar de Torrellano es hablar de historia viva, de un territorio que ha sabido adaptarse a cada época. Es un espacio que une pasado y presente:

  • De las calzadas romanas a las modernas carreteras.
  • De las alquerías agrícolas a las urbanizaciones y residencias de verano.
  • De la vieja ermita de Sant Pere al ferrocarril que conecta Alicante con Elche.

Si te acercas, no esperes grandes monumentos ni plazas turísticas. Lo que encontrarás es un lugar auténtico, donde aún resuenan historias de quienes trabajaron la tierra, de los que construyeron carreteras piedra a piedra y de los que decidieron quedarse cuando todo cambiaba.

Quizá por eso Torrellano tiene un encanto discreto, pero profundo. Es más que un pueblo intermedio: es un testimonio de cómo los caminos, las personas y las decisiones del tiempo van moldeando la identidad de un lugar.









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