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TORRELLANO EN IMÁGENES |
Torrellano: Historia Breve (Memoria Sentimental)
¡Hola, vecinos y amigos!
Aunque hace más de
treinta años que no vivo en Torrellano, mi corazón sigue allí.
Hoy quiero compartir
con vosotros algo que siempre me ha rondado la cabeza: la historia de nuestro pueblo.
La historia, como bien
sabemos, se escribe día a día… pero, lamentablemente, sobre Torrellano hay muy
poco recogido. Siempre he pensado que, hace tiempo, alguien debió haber
recopilado los hechos, las anécdotas y las vivencias de nuestras gentes. Porque
cada día que pasa sin dejar constancia, es un día que se pierde en la memoria.
Me cansé de buscar
respuestas y no encontrarlas. Preguntaba… y las pocas personas que podían saber
algo ya no lo recordaban con exactitud. Así que decidí hacerlo yo: plasmar aquí
todo lo que he leído, vivido, investigado o me han contado, para que cualquiera
que sienta curiosidad o necesidad de conocer más sobre Torrellano y Elche pueda
hacerlo con un solo clic.
Quiero dejar algo
claro desde el principio: no soy historiador ni pretendo serlo. En algunos
casos, por falta de documentos o por no haber encontrado la persona idónea para
aportar información, compartiré mis propias teorías y conclusiones. Siempre
desde el respeto y con el ánimo de abrir un debate constructivo.
Un espacio abierto a todos
Me encanta la polémica sana, la que nos ayuda a aprender. Si alguien no
está de acuerdo con lo que aquí escriba, y quiere aportar o corregir algo con
datos constatados, será bienvenido. La finalidad de todo esto es sencilla: que
cuando alguien quiera saber algo sobre Torrellano, lo encuentre fácilmente
reunido en un solo lugar.
Confieso que todo
empezó con una pregunta muy simple:
¿Desde cuándo
Torrellano se llama así? ¿Y hasta cuándo se llamó Lo I More?
Busqué… y apenas
encontré nada. Hay quienes hacen una vaga referencia a ese nombre antiguo, pero
sin bases firmes. No hallé documentos que hablaran de Lo I More, pero sí
descubrí otros datos interesantes que os iré contando.
Lo que sí sabemos con
certeza es que el nombre Torrellano proviene del título de Condes de
Torrellano, otorgado en 1716. Así que, como tal, nuestro pueblo cumplió 300
años en 2016. Casi nada.
Me encantaría que ese
acontecimiento se hubiera celebrado como merecía, con fiestas especiales, y que
incluso se hubiera invitado a Doña María
Leticia de Borbón y de Rojas, la VIII Condesa de Torrellano. Al fin y al
cabo, el pueblo lleva su título en el nombre.
Una historia hecha de pequeños detalles
No pretendo escribir
una enciclopedia, ni glorificar a nadie. Tampoco criticar. Lo que busco es
rescatar del olvido a esas personas que, con su granito de arena, contribuyeron
a forjar la identidad de Torrellano.
Porque la historia no
solo la hacen quienes construyen pirámides o conquistan imperios. También la
hace, por ejemplo, Ginés Esclapez, el primer fotógrafo del pueblo en los años
60, cuando aquí todavía vivían pocos vecinos. No es lo mismo ser pionero en
aquel entonces que montar un negocio hoy.
Todos los datos que
comparto son fiables en la medida de lo posible, pero cabe el error humano. Si
encuentras algo incorrecto, no es con ánimo de molestar. Esta es, y seguirá
siendo, una HISTORIA ABIERTA.
¿Quieres colaborar?
Si sabes algo que merece ser contado, si recuerdas una anécdota que no
debería perderse, o simplemente quieres corregir un dato, déjalo en los
comentarios. Entre todos podemos enriquecer este pequeño rincón de la memoria
colectiva.
He organizado todo en
capítulos cortos, para que puedas leer solo lo que te interesa sin tener que
recorrer todo el texto. A la derecha encontrarás el índice de contenidos:
pincha en el tema que quieras explorar y allí te llevará.
Porque, al final,
recordar es mantener vivo lo que somos. Y Torrellano, con su gente, sus
historias y su espíritu de pueblo, merece ser recordado.
Agradecimientos
La lista de personas e instituciones a quienes debo mi gratitud es extensa,
pero todas ellas han sido imprescindibles. Sin su ayuda, habría sido imposible
llegar a ciertas conclusiones o rescatar hechos que solo permanecen en la
memoria de quienes los vivieron o los escucharon de sus mayores: padres,
abuelos, tíos, amigos o vecinos, que un día tuvieron la amabilidad de contarlos
sin saber si quedarían en el olvido. Gracias a ellos, hoy podemos conocer y
compartir gran parte de esa historia, que he querido poner al alcance de todos.
Mi padre solía decir: “Para saber hay que
preguntar, y más vale lápiz corto que memoria larga”. Siguiendo su consejo,
pregunté, tomé nota y recopilé con paciencia todo lo que me fue posible.
En primer lugar, mi agradecimiento más profundo es
para mi familia. A mis padres, José
Esteve Pérez, “Pepín el Quiquero”, y Josefina Sempere Mollá, “la Pallera”,
por despertar en mí la inquietud por aprender, el respeto por la consulta y la
convicción de que toda realidad puede verse desde múltiples
perspectivas: “No te quedes con la primera nunca, hay que discernir”,
solían decirme.
A mis hermanos Rafael y José, “Pepito”, mayores que yo dieciocho y once años,
porque gracias a su esfuerzo en el campo, yo pude recibir una formación algo
más amplia que la suya. Y, sobre todo, por enseñarme siempre el valor del buen
camino.
A mi esposa, María del Pilar Lucas
Blasco, y a mis hijas, Verónica
y Celia, por su paciencia y
comprensión al acompañarme en este proceso. Por tolerar mis “historias de
abuelo cebolleta” y por aceptar las muchas horas que, pudiendo dedicárselas a
ellas, quedaron absorbidas por documentos, legajos y escritos.
Agradezco también a Internet y a quienes comparten sus estudios,
datos y referencias, facilitando el acceso al conocimiento, corrigiendo errores
involuntarios y enriqueciendo la investigación con su generosidad.
Al Archivo Municipal de Elche y a las
personas responsables de su custodia, por la amabilidad y diligencia con la que
siempre atienden mis consultas. De igual modo, a Joan Castaño García,
archivero de Santa María, por su constante disposición a colaborar.
A todos aquellos que, antes que yo, escribieron sobre Elche y el Campo de
Elche, pues sus trabajos fueron guía, referencia y punto de partida para mis
propias conclusiones.
Y, por supuesto, a vecinos, amigos y conocidos, que, con sus recuerdos,
testimonios y pequeñas aportaciones, sumaron valioso contenido a este esfuerzo
de memoria colectiva.
A todos ustedes, mi sincero y profundo
agradecimiento.
Porque la historia no solo se escribe en los libros,
sino que vive en las voces y recuerdos de quienes la transmiten. Este trabajo
no pretende cerrarla, sino mantenerla viva para que otros, mañana, puedan
seguir preguntando, descubriendo y recordando.
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